El pasado fin de semana, la escuelita de fútbol de barrio Montegrande celebró sus 33 años de vida con una emotiva fiesta que reunió a niños, padres y exalumnos. Elvio “Pipo” Acotto, fundador y alma máter de esta institución, compartió en una entrevista exclusiva los comienzos de esta iniciativa que ha marcado la vida de muchos jóvenes en la comunidad.
“Hola, hermano, muy buenos días. Sí, la verdad que parece que fue ayer, pero han sido muchos años. Fue una fiesta muy linda con todos los chicos, muy alegres, jugando. Les dimos varias cositas que para ellos son muy importantes. Por suerte, todo salió muy bien,” relató emocionado Pipo.
Acotto, quien inició este proyecto a los 16 años, recuerda con nostalgia sus primeros pasos. “En ese tiempo yo estaba jugando en la primera de Atlético y me invitaron a empezar con los chicos. Ya me gustaba dirigir, ayudaba en la cancha chica de la fábrica militar. Empecé con poquitos chicos y me fui entusiasmando. Hasta hoy sigo estando y ya van 33 años desde 1991,” compartió Pipo, destacando la constancia y pasión que lo han caracterizado.
El trabajo con los niños no ha sido fácil, pero Pipo siempre ha puesto seriedad y responsabilidad en su labor. “Uno empezó tan de joven y le gusta siempre eso, más en este deporte social. Trato de ayudar en otras cosas también, y más en un barrio donde uno vivió siempre. Es importante acompañar a los chicos, más hoy en día con la sociedad complicada, tratar de darle una mano y aconsejarlos en lo que uno puede,” afirmó.
A lo largo de estos años, Pipo ha visto crecer a muchos futbolísticamente. “Por suerte he pasado por muchos chicos que hoy están jugando en distintos clubes. Ayer fue una alegría ver a los chicos, que hoy son grandes, y tener a sus hijos jugando en la escuelita. Gente que te ayuda en el bufé, padres y exalumnos colaborando. Es una alegría muy grande ver cómo esto crece cada vez más,” contó con orgullo.
La realidad económica no ha sido fácil, pero Pipo subraya la importancia del deporte social. “Es complicado, pero es importante que los chicos hagan algo, que estén contenidos. Cualquier deporte es bueno, aunque el fútbol atrae a muchos. Es vital que haya actividades en distintos barrios de la ciudad,” reflexionó.
Finalmente, Pipo no duda en que volvería a hacer lo mismo si tuviera 16 años otra vez. “Siempre acomodé todas las horas para el deporte social, nunca lo dejé. Ver la alegría de los chicos cuando se les prepara algo especial es fundamental. Ayer repartimos casi 400 choripanes, con apoyo de la cooperativa, la municipalidad y privados que ayudan inmensamente,” concluyó agradecido.
La escuelita de fútbol de barrio Montegrande, bajo la guía de Pipo Acotto, sigue siendo un faro de esperanza y desarrollo para los jóvenes, reafirmando el valor del deporte como herramienta de inclusión y crecimiento personal.
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